... y de repente sentí que me estaban bajando la bragueta del pantalón tío, pucha me puse como un pichin, busque al individuo que estaba haciendo eso, y me encontré con una chibola tío, una chibolita, pero acercándome mas me di cuenta que era un pata, y me sonrió, me dijo que si quería, lo hacia gratis ,que a solo unas cuadras mas podría pasar algo, no tío, me empinche le empuje y apareció en los asientos de atrás y me baje entre horrorizado y asqueado, pucha tío, un brito chibolo, en donde estamos ...
Yo seguía mirando al cielo, tratando de entender lo que me había dicho, no, por eso no me especialicé en terapias ni nada de cuestiones clínicas, pensé que estaba alucinando y que ese encuentro fortuito de un amigo de universidad, me iva a sacar de algunas dudas sobre una amiga, y me sale con sus aventuras cuasi – gays.
Estábamos en plena vía publica, y vociferando, como si se tratara de un discurso, me contó como era aquel individuo ...
.... oye tío, pucha nunca podré olvidar ese cacharro, sus labios pintados, era una hembrita, yo en un principio me emocione, porque hace poco había terminado con Raquel, y pensé, bueno, lo que caiga, total, si es gratis, es mejor ....
Pensaba en el taxi que tenia que tomar para llegar a mi trabajo, porque subirme a un micro ...., no , no es por eso, es por el tiempo, del centro a miraflores, vía av arequipa en micro, imposible, vi un choro asolapado deslizarse entre peatones distraídos y carros cancerosos.
¿quién es raquel?, un humo y olor inconfundible a cigarro inka salía de una tienda vieja, un abuelo me miraba con cara desafiante, tanto rato parados allí, (circulen pe, o que pasa), traté de disimular atención, total, otra ves se iva a perder no solo en las circunvoluciones de mi cerebro, sino de este mar de caras, al olvido, trate de sonreír, y le dije de la forma mas amable posible : Hummm, se me hace tarde, me puedes llamar a mi celular?, te devuelvo la llamada.
Antes que ponga algún pero, cruce temerariamente la av Wilson, choque con un colegial (que yo sepa por allí no hay colegios cerca), y subí a un micro, solo quería salir de ese lugar.
Los semáforos pasan y pasan y yo sigo pensando en esos mitos urbanos imposibles, aquellos que cuentan que alguna vez, un individuo se encontró un fajo de billetes debajo de un asiento de micro, digo, que suerte, y divagando cuadras mas abajo, pensaba en la aventura extraña que me contó mi amigo, y mirando a las personas a mi alrededor, llegue a una conclusión:
No, eso es imposible.